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  • Ignacio Adán Rosés

Finlandia: sisu, atletismo y cuatro ruedas

La prolífica historia olímpica y el Mundial de Rally han otorgado al país de los mil lagos sus mayores logros deportivos


Sisu es una palabra difícilmente traducible al castellano. La reputada psicóloga finlandesa Emilia Lahti lo define como “el poder enigmático que permite a los individuos persistir cuando se encuentran en las dificultades más extremas”. Sea como sea, el sisu forma parte del carácter de todo finlandés, conocido por su perseverancia y por su capacidad para explorar los límites del cuerpo humano. Ante el sufrimiento, saben ir un paso más allá. Seguramente, esa fue una de las razones que llevó al país de los mil lagos a ser una referencia en el mundo del atletismo a principio del siglo XX. Y, seguramente, fue lo que le faltó a Olli Mäki en el primer campeonato del mundo de boxeo que se celebró en Finlandia en 1961, cuando cayó en el segundo asalto ante el estadounidense Davey Moore.

La edad de oro del deporte finlandés parece una historia de ciencia-ficción si tomamos como referencia los últimos Juegos Olímpicos celebrados en Río, donde el país cerró su participación con una sola medalla. Ésta fue de bronce y la consiguió Mira Potkonen en la categoría de boxeo de peso ligero. Fue la peor marca de un país con una larga tradición olímpica. Y es que, antes de que África mandara en las pruebas de fondo, Finlandia coleccionaba medallas de oro. El vacío que dejó el atletismo en Finlandia en los años 80 fue llenado por una generación única de automovilistas, fraguada en las reviradas y heladas carreteras del país. La historia deportiva finesa se entiende, entonces, por las gestas de atletas como Paavo Nurmi y Hannes Kolehmainen, pero también por la pericia al volante de Markku Alén, Hannu Mikola o Juha Kankkunen.

Kolehmainen en los Juegos Olímpicos de Estocolmo 2012



Si miramos con perspectiva, Finlandia aparece en la decimosegunda posición de la clasificación histórica de los JJOO, con 303 medallas. Más de un tercio llegaron gracias a su reinado en el atletismo, donde el país es el cuarto con más metales: 114, solo por detrás de Estados Unidos (767), Reino Unido (194) y Unión Soviética (193). Concretamente, los finlandeses eran especialistas en competiciones de larga distancia y en lanzamiento de jabalina. Su reinado duró 20 años y se inició en Estocolmo 1912 (13 medallas, 6 de oro, 4 de plata y 3 de bronce). Más tarde vinieron Amberes 1920 (16 medallas, 9 de oro, 4 de plata y 3 de bronce), París 1924 (17 medallas, 10 oros, 5 platas y 2 de bronce), Ámsterdam 1928 (14 medallas, 5 de oro, 5 de plata y 4 bronces) y Los Ángeles 1932 (11 medallas, 3 oros, 4 platas y 4 bronces). Los grandes artífices de esa época dorada fueron conocidos como ‘finlandeses voladores’. Su precursor fue Hannes Kolehmainen, encumbrado en los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912, donde ganó tres oros: uno en 5.000 metros, otro en cross-country y, por último, en los 10.000 –donde disputó un increíble mano a mano con Jean Bouin, quien da nombre a la carrera popular que se disputa en Barcelona­–. Los expertos cuentan que Kolehmainen fue un revolucionario por su forma de correr. Perfeccionó el movimiento de los brazos para darse impulso e introdujo la zancada ligera y poco forzada, un arte que hoy vemos en el elegante correr de los africanos.


El sucesor natural de Kolehmainen fue Paavo Nurmi, con quien compartía una facilidad natural para las pruebas de fondo. Ambos fueron protagonistas en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952, cuando el primero introdujo la antorcha olímpica en el estadio y el segundo encendió el pebetero. Nurmi ganó 9 oros y 3 platas a lo largo de su carrera olímpica. El atleta nacido en Turku realizó una de las mayores gestas de la historia del olimpismo en París 1924: venció en los 1.500 metros y, 26 minutos después, conquistó el oro en los 5.000. Junto a él brillaba Ville Ritola, especialista en 10.000 metros y ganador de cuatro oros y tres platas.

Nurmi en los Juegos Olímpicos de París 1924.

Además de las pruebas de fondo, el lanzamiento de jabalina también fue territorio finés a principio del siglo XX. Tal es así que en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920 capitalizaron las tres medallas. Jonni Myyrä se colgó el oro, Urho Peltonen la plata y Pekka Johansson el bronce. En Los Ángeles 1932 repitieron la proeza, esta vez los protagonistas fueron Matti Järvinen, Matti Sippala y Eino Penttilä. En total, el lanzamiento de jabalina ha dado a Finlandia 21 medallas –7 oros, 6 platas y 8 bronces–, más que a cualquier otro país.

Finlandia también tiene gran tradición en los JJOO de invierno, donde cuenta con un total de 162 medallas. Es el cuarto país en la clasificación histórica, por detrás de Noruega, Suecia y Rusia. Evidentemente, gracias a su privilegiado físico y a la adaptación a la nieve, la categoría que ha dado más gloria a Finlandia es el esquí de fondo: 76 medallas en total, 20 de ellas de oro. Veikko Hakulinen en los años 50 y Eero Mäntyranta en los 60 fueron sus principales exponentes con siete medallas cada uno.


En temas de geografía, Finlandia es un país considerablemente extenso –de punta a punta hay más de mil kilómetros– y con poca densidad de población. Eso provoca que haya grandes extensiones de terreno deshabitadas, con predominancia de bosques y lagos. El territorio es ideal para que los finlandeses se familiaricen a conducir sobre superficies sin asfaltar y, muchas veces, heladas. Eso hace de Finlandia un lugar idóneo para criar futuros campeones del mundo de rally, pues las condiciones adversas que se encuentran en las carreras ya las han vivido mucho antes. Y así fue.

Desde 1977 –año en que se instaura la competición individual en vez de por equipos– hasta el 2002 el país de los mil lagos tiranizó el Mundial de Rally. En total, se adjudicaron 14 de las primeras 26 ediciones. El primero en conseguirlo fue Markku Alén (1978). Tres años más tarde llegó el triunfo de Ari Vatanen, y posteriormente de Hannu Mikola (1983) y Timo Salonen (1985). Pero si dos pilotos marcaron la historia de Finlandia fueron Juha Kankkunen y Tommi Makkinen. El primero se apuntó las ediciones de 1986, 1987, 1991 y 1993; el segundo encadenó cuatro coronas consecutivas entre el 1996 y 1999. Marcus Grönholm ampliaría la edad de oro del automovilismo finlandés ganando en 2000 y 2002. A partir de entonces, Francia desbancó del trono a Finlandia, acumulando 13 mundiales consecutivos entre 2004 y 2016. Hirvonen, hasta en cuatro ocasiones, Lattvala, en tres, y Grönholm, en dos, tuvieron que conformarse con la segunda posición ante el dominio de los franceses –Loeb nueve títulos y Ogier cuatro­–. Pero el idilio de Finlandia con los deportes de cuatro ruedas no termina aquí, pues en la Fórmula 1 cuentan con tres campeones del mundo. Keke Rosberg (1982) –padre del actual campeón, Nico Rosberg–, Mika Hakkinen (1998 y 1999) y Kimi Raikkonen (2007).

Timo Solanen a mandos de un Peugeot Talbot Sport

En definitiva, un país con poca población pero con logros deportivos al alcance de muy pocos. Ya sea por su dominio al volante, corriendo o sobre unos esquís, Finlandia ha destacado a lo largo del siglo XX. ¿Tendrá que ver con el talento o con el sisu?


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